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Friday 7 September 2012


Venecia enfrenta a un monstruo blanco: los cruceros

Alan Johnston

La escena cumple con todo lo que se puede esperar de Venecia: iglesias medievales, cúpulas y campanarios, y agua que brilla en el canal. Pero de repente, esta imagen puede verse transformada de forma dramática y polémica.

Crucero en Venecia
Muchos creen que Venecia está siendo explotada por la industria de los cruceros.

Un inmenso y reluciente crucero blanco aparece.
En lo alto, desde las barandillas, algunos de sus miles de pasajeros miran hacia abajo a los palacios y las plazas.
Según avanza lentamente por el canal, este moderno y flotante centro turístico acapara la escena completamente, haciendo pequeña a la ciudad eterna.
En el punto álgido de la temporada, estos gigantes que surgen del mar, uno tras otro, pueden traer hasta 30.000 visitantes en un solo día.
Algunos residentes de Venecia se oponen amargamente a esto. Y en los últimos meses, han intensificado su campaña contra los grandes barcos.
En abril organizaron una protesta. Se lanzaron al agua en botes neumáticos y barcos de motor, y pulularon alrededor de uno de los grandes navíos, haciendo sonar las bocinas y sirenas.
"¡Son demasiado grandes!", gritó un activista, haciendo sonar su bocina.
"¡Se tienen que ir de nuestra ciudad! ¡Venecia no los quiere! ¡A Venecia no le gustan! ¡Váyanse!"

"Explotación vulgar"

Para los activistas, los barcos son reflejo de una industria que está abrumando a su ciudad.
La disputa por los barcos llega al corazón de la controversia sobre hasta qué punto tiene que entregarse Venecia al turismo.
Se está estudiando una nueva legislación que podría cambiar las cosas.
"No puedo soportar el negocio de los cruceros", declaró Silvio Testa, un portavoz de la campaña.
"Es la demostración más clara de la vulgar explotación de mi ciudad. Nadie duda de la belleza de Venecia. Pero la ciudad paga por ello como una prostituta demasiado bonita. Ver que la sofisticada ciudad de mi infancia se ha transformado en Disneylandia, llena de souvenirs de mala calidad, me enferma".
"Y estos barcos son la representación de la pesadilla que está viviendo Venecia", dice.
Una portavoz de la rama veneciana del grupo conservacionista, Italia Nostra, incidió en esta opinión.
"Es como si Venecia, para la mayoría de la gente, fuera un recurso que tuviera que ser explotado", señaló.
"Una vaca a la que ordeñar hasta que no le quede nada de leche".
Los activistas se oponen a los barcos por razones estéticas, ya que los ven como intrusos del mundo moderno que constantemente estropean el ambiente histórico de la ciudad.
Testa dice que no sólo traen demasiados visitantes y contaminan la atmósfera de Venecia pero también teme que, con el tiempo, la estela que crean pueda dañar los edificios que bordean los canales.
Pero el director del puerto donde atracan los barcos, Roberto Perocchio, rechazó todas estas críticas.
Perocchio apuntó que los barcos tardan apenas unos minutos en atravesar cualquier punto de la ciudad. Cualquier impacto en las famosas vistas es fugaz.
Respecto a la contaminación del aire, Perocchio dijo que los navíos operan de acuerdo a las regulaciones de la Unión Europea. También hay planes para reducir aún más las emisiones.
Y Perocchio insistió en que los barcos no dañan la base de las villas de Venecia.
"Por supuesto que todo se ha inspeccionado cuidadosamente desde 2003 y 2004 para asegurar que el movimiento del agua -lento y suave movimiento que genera el paso de un barco- tenga la misma intensidad que la marea natural de la laguna de Venecia", dijo Perocchio.
La industria alega que sus pasajeros contribuyen en un 20% al negocio que hace la ciudad con sus 20 millones de visitantes al año.
Cada barco paga cerca de US$190.000 por los servicios que recibe en puerto cada vez que atraca en él.
Y el sector de los cruceros es responsable directo de cerca de 3.000 puestos de trabajo.
Perocchio subrayó que esta gran contribución a la economía local es algo que se debe celebrar.
"La ciudad ha vivido tiempos de pobreza en las décadas de los 50 y 60, y diría que la mayoría de los venecianos están orgullosos de esta economía".
Perocchio sostuvo que los conservacionistas de Venecia corren el riesgo de paralizar la ciudad, dejándola detenida en el pasado.
Y, mientras continúa la disputa, los barcos siguen llegando.
Sus pasajeros hacen que crezca aún más la cantidad de turistas que invaden las calles y que se reúnen en multitudes ruidosas en la Plaza de San Marcos.
Pero es posible que lleguen algunos cambios.

Nuevas medidas

Un comité del Parlamento italiano sobre asuntos medioambientales está estudiando una ley que podría darle a la ciudad más control sobre la gestión de sus aguas.
Aún no está claro el impacto exacto que esto puede tener. Pero en un punto, puede hacer que se expulse a los barcos más grandes de los canales que les permiten navegar por la ciudad.
Entre las distintas propuestas de largo plazo, existen sugerencias para crear instalaciones que permitan que los cruceros atraquen no en Venecia, sino en algún otro puerto cercano.
Si ocurriera algo similar a esto, probablemente se tardaría varios años en aplicar la medida.
Pero los activistas están decididos a que la visión de grandes barcos abriéndose camino entre el esplendor veneciano termine por ser una cosa del pasado.
Fuente: BBC Mundo.



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